MENTAL, UNA TEORÍA
Y UN MODELO DE
LA MENTE

“Mi mente y el mundo está compuestos de los mismos elementos” (Erwin Schrödinger)

“El orden del mundo y el orden de la mente es el mismo” (Spinoza)

“El lenguaje es una representación isomórfica o modelo del mundo” (Wittgenstein)

“El pensamiento es un sistema” (David Bohm)



Los Modelos Mentales

En primer lugar, hay que distinguir entre teorías de la mente y modelos mentales. Las teorías de la mente intentan explicar qué es la mente. Los modelos mentales intentan explicar cómo funciona la mente.

En la historia de la filosofía y del pensamiento científico se han planteado varias teorías sobre la mente, entre ellas: La expresión “modelo mental” fue utilizado por primera vez por Kenneth Craik [1967] en su libro de 1943 “The Nature of Explanation” (La Naturaleza de la Explicación). Este psicólogo escocés afirmaba que la mente construye modelos “a pequeña escala” de la realidad, para explicarla, razonar, anticipar situaciones, etc.

Antes de Craik, Georges-Henri Luquet [1978] desarrolló la idea del modelo mental en su libro de 1927 “Le dessin enfantin” (El dibujo infantil), en el que sostenía que los niños construyen “modelos internos” de la realidad.

Para el primer Wittgenstein −el del Tractatus, obra publicada en 1922−, la mente elabora estructuras lingüísticas que reflejan la estructura de la realidad. Hay correspondencia entre la estructura de la realidad interna (mental), la realidad externa y la estructura lógica del lenguaje. Por lo tanto, el modelo de la mente es la estructura lógica del lenguaje.

La Ciencia Cognitiva apareció en 1956 e integró diferentes disciplinas con el objeto de aunar esfuerzos para tratar de resolver el problema de la mente: qué es, cómo funciona, qué es la cognición, cómo construimos nuevas ideas, cómo tomamos decisiones, cómo interactuamos con el entorno, etc. La Ciencia Cognitiva integra 6 ciencias (el llamado “hexágono cognitivo”): neurociencia, IA (inteligencia artificial), psicología, lingüística, antropología y filosofía. Se supone que existe una relación de correspondencia entre lo interno y lo externo, entre las representaciones internas y la realidad objetiva, por lo que uno de los problemas más importantes de la Ciencia Cognitiva es la cuestión de la representación interna de la realidad externa.

En los años 1980s se publicaron dos obras con el mismo título: “Mental Models” (Modelos Mentales) [Johnson-Laird, 1986] [Gentner & Stevens, 1983], pero con orientaciones diferentes.

El problema de los modelos mentales es que no se pueden verificar de manera empírica (objetiva), pues se trata de una tarea imposible al pertenecer al mundo interno (subjetivo). Pero con la aparición del ordenador y la IA se facilitaron un poco las cosas, pues permitían modelar algo parecido a los procesos mentales (razonamiento, aprendizaje, etc.) y experimentar con ellos de manera objetiva para sacar conclusiones y aproximarse al conocimiento de la mente. Antes que la IA, la cibernética también detectó analogías notables entre los sistemas de control y ciertos aspectos del funcionamiento de la mente humana.

A lo largo de la historia se han propuesto diferentes modelos de la mente humana. Cada uno de estos modelos utiliza un paradigma diferente. Hasta ahora no ha aparecido un “modelo universal” de la mente, basado en un paradigma universal capaz de contemplar los diferentes paradigmas particulares.


El modelo computacional

Con la aparición del ordenador −una realización de la mente humana−, en seguida surgió la metáfora “la mente es el software de un ordenador y el cerebro es el hardware”. De hecho, a los ordenadores se les denomina “cerebros electrónicos”. Apareció entonces el modelo computacional de la mente (o computacionalismo): los procesos mentales son computaciones.

Esta metáfora estaba muy justificada, al existir muchas analogías entre el ordenador y la mente: Los ordenadores son sistemas computacionales. Su tecnología está inspirada en la “máquina de Turing Universal” (MTU), un dispositivo teórico simple gobernado por reglas, con una memoria lineal ilimitada (una cinta de casillas discretas), con estados internos y un dispositivo de lectura/grabación de símbolos en la memoria y con capacidad de desplazarse una casilla cada vez en la cinta, a izquierda o derecha. La MTU puede emular cualquier máquina de Turing (MT) particular pues incluye en la memoria su código correspondiente. Como la MTU representa el concepto de computación de una manera muy simple, el primer modelo computacional de la mente fue la MTU.

Pero el problema de la metáfora del ordenador, la cuestión principal, es la semántica. Los ordenadores solo son manipuladores de símbolos, no manejan significados; son instrumentos formales, sintácticos, superficiales. Esta limitación de los ordenadores está reflejada en la famosa metáfora de la “caja china” de John Searle. Para John Searle, los aspectos más importantes de la conciencia (la intencionalidad, la semántica y la cualidad subjetiva) nunca podrán programarse.

La MTU representa la esencia de la computación de una manera muy simple, pero es muy superficial. La MTU no puede ser, evidentemente, un modelo de la mente por muchas razones. La principal es que es un sistema formal puro, que no maneja significados. Pero hay otras: utiliza memoria de estructura lineal; maneja datos (no información, y mucho menos conocimiento); las reglas son de detalle, particulares, no manejan información genérica; y el sistema de acceso y modificación de la memoria es muy limitado.


El modelo modular

Jerry Fodor −uno de los investigadores más destacados en el tema de modelos mentales y la filosofía de la mente− en su libro “La modularidad de la mente” [1986], defiende el modelo modular de la mente: la mente está dividida en módulos, cada uno realizando una función específica, y con conexiones entre ellos. Este modelo se encuadra dentro la tesis o metáfora computacional: la mente es un ordenador de propósito general que procesa información.

En este modelo se plantean varias cuestiones: Según el modelo de Fodor, hay dos tipos de facultades mentales:
  1. Las verticales, que son específicas de cada dominio y están implementadas como módulos. Un módulo mental es un sistema de procesamiento de información específico de un dominio (por ejemplo, el color, la forma, las relaciones espaciales, etc.), de proceso extremadamente rápido, encapsulado (inaccesible desde otros módulos), asociado con estructura neuronales particulares, innatos, con entradas restringidas (por ejemplo, el sistema visual está restringido a señales visuales) y que producen salidas superficiales, formales, no conceptuales. Ejemplos de sistemas modulares son los procesos perceptuales (el sistema visual, auditivo, etc.) y los lingüísticos.

  2. Las horizontales, que son genéricas, es decir, independientes de los contenidos a los que se apliquen. Están implementadas como sistemas no-modulares, son de carácter central, global y holístico. Estos sistemas elaboran conceptos, fijan creencias y realizan reconocimiento de objetos. Por ejemplo, la atención, la memoria y el pensamiento.

El modelo funcional (o conductista)

Según el modelo funcional de la mente, todos los procesos mentales son funciones. Estas funciones realizan una labor mediadora entre las entradas sensoriales y las salidas motoras, y se pueden describir en forma de algoritmos. No importa cómo esté organizada internamente la mente. La mente es una caja negra. Lo importante es el comportamiento y los algoritmos con los que se identifican las funciones mentales.

El modelo funcional de la mente distingue entre lo estructural (la organización neuronal) y lo funcional (las funciones del cerebro). Lo funcional es independiente de su forma de implementación física; pueden ser llevadas a cabo mediante sistemas naturales o artificiales.

El funcionalismo mental fue formulado por primera vez por Hilary Putnam en 1960, que se considera el “padre” del funcionalismo mental [Putnam, 1960], aunque actualmente es uno de los mayores críticos del funcionalismo [Putnam, 1990]. Otros defensores de este modelo son Fodor y Johnson-Laird. Para Fodor, los módulos mentales son de tipo funcional. Para Johnson-Laird, la psicología se reduce al estudio de los programas funcionales, que son independientes de la neurofisiología.

El problema del funcionalismo es que no puede explicar ni modelar los qualia, las cualidades subjetivas de las experiencias individuales.


El modelo simbólico

Según el modelo simbólico, también inspirado en la metáfora del ordenador, la mente es un ordenador manipulador de símbolos: Allen Newell y Herbert Simon formularon la hipótesis de la mente como un “sistema de símbolos físicos” [Newell, 1994] [ver Comparaciones – MENTAL vs. IPS].

Los problemas del modelo simbólico son:
El modelo conexionista

El modelo conexionista también denominado “subsimbólico” es una alternativa al simplista modelo simbólico. Es un modelo que combina la modularidad y el funcionalismo. Según este modelo, la mente es una red de conexiones, que son reflejo de la red de conexiones neuronales. Esta red es distribuida y dinámica. Los representantes de la escuela conexionista son Patricia Churchland y Terrence Sejnowski [1994].

El modelo conexionista más conocido es el modelo neuronal basado en neuronas artificiales de Walter Pitts y Warren McCulloch [1943]. Las neuronas artificiales son procesadores simples, con conexiones entre ellas (el grado o fuerza de una conexión está determinada por pesos o valores), con procesos distribuidos en paralelo y con reglas de aprendizaje. La red “aprende” mediante una serie de casos seleccionados.

Este modelo se basa en la forma de operar que tiene el sistema nervioso de los organismos vivos. El proceso computacional normal es local, linal y causal. El proceso en red es global, no lineal y recursivo. Las conexiones entre neuronas se representan en un lenguaje lógico. Una neurona, cuando es activada, active a otras, con lo que se establece una analogía entre una proposición y sus inferencias lógicas.

Un problema básico de este modelo es su dificultad para realizar operaciones recursivas, operaciones que son representativas de la cognición humana.


El modelo lingüístico (o representacional)

Según este modelo postulado inicialmente por Jerry Fodor [1985] y secundado por Steven Pinker [2009] la mente tiene un lenguaje propio: el lenguaje del pensamiento: mentalese (palabra latina que se traduce como “mentales” en español). Fodor lo justifica por analogía: como el lenguaje externo (hablado) es sistemático y expresa pensamientos, entonces los pensamientos tienen que ser también sistemáticos y también deben estar regidos por un lenguaje interno. La hipótesis del lenguaje del pensamiento se basa en la representación interna de los contenidos mentales y el computacionalismo.

Las características del hipotético lenguaje del pensamiento son:
Otros modelos
MENTAL, una Teoría y un Modelo de la Mente

Los conceptos primarios

El proceso de pensar es aparentemente complejo. Pero a lo largo de la historia, diversos autores han planteado la posibilidad de que dicha complejidad sea el resultado de la combinación de un conjunto básico de conceptos. La identificación de dichos conceptos y sus mecanismos combinatorios constituiría el llamado “lenguaje del pensamiento”, con el que podría construirse un lenguaje universal y perfecto [Eco, 1993]. La búsqueda de esos conceptos se fundamenta en dos posibles movimientos de la conciencia:
  1. Descendente (o particularista).
    Mediante un proceso de refinamiento sucesivo, tratar de llegar a una serie de conceptos primitivos o atómicos. El resto de los conceptos resultarían de la combinación de dichos conceptos primitivos, mediante un proceso constructivo de sentido ascendente.

  2. Ascendente (o generalista).
    Mediante un proceso de abstracción creciente, llegar a una serie de conceptos genéricos, de alto nivel, categorías filosóficas o principios generales. Todos los demás conceptos serían particularizaciones o proyecciones de dichos conceptos genéricos, en un proceso de sentido descendente.
Respecto al primer caso, no hay evidencia, ni lingüística ni psicológica, de la existencia de un conjunto de conceptos atómicos, indivisibles, a partir de los cuales puedan construirse todos los demás. En cambio, en el sentido opuesto, el de la abstracción y la generalidad, sí es posible identificar conceptos cada vez más genéricos que engloben a otros más particulares. Esto se justifica por tres razones:
  1. En primer lugar, por existir una jerarquía de conceptos, con diversos grados de generalidad, de tal forma que la intensión de dichos conceptos es cada vez mayor hasta cubrir toda la realidad.

  2. En segundo lugar, por la tendencia natural hacia una economía cognitiva, orientada a obtener el máximo de información empleando el mínimo número de recursos cognitivos.

  3. En tercer lugar, porque, una vez establecidos los conceptos genéricos, se pueden combinar para crear conceptos de menor nivel, por ejemplo, el concepto “hombre” es un concepto derivado de “animal” y “racional”.

Los arquetipos de la conciencia

Un modelo de un sistema es un esquema conceptual general de su estructura y funcionamiento, capaz de explicar todos sus comportamientos particulares. Pero tratar de crear un modelo de la mente con la ayuda de la mente es una tarea imposible por paradójica y auto-referente. Nos encontramos con una situación análoga al problema de la formalización de la semántica y de la conciencia.

Para realizar un modelo de la mente, es necesario situarse en un plano superior a la mente, que es la conciencia, pues como facultad del alma está por encima de la mente, siendo ésta un instrumento de la conciencia. La mente no está en el cerebro ni es un epifenómeno del cerebro. La mente está en una dimensión superior al cerebro.

En este sentido, los arquetipos de la conciencia, en si mismos constituyen el modelo de la mente porque constituyen la suprema abstracción. Los arquetipos primarios son el fundamento de los mundos posibles, y son comunes al mundo interno (mental) y al mundo externo (físico).

En MENTAL, teoría y modelo coinciden, pues integra el qué es la mente y cómo funciona la mente. Integra estos dos conceptos complementarios, es decir, lo sintético y lo analítico.

La mente humana es compleja, pero sabemos que es de naturaleza semántica, es decir, se fundamenta en una estructura de conceptos para aprehender la realidad, conceptos que van desde los más simples a los más complejos, que deben ser combinaciones de los simples.

MENTAL es un lenguaje simple (aunque capaz de representar la complejidad) y tiene un fundamento semántico. A partir de estas dos afirmaciones parece lógico y natural presentar a MENTAL como un acercamiento a un supuesto “lenguaje de la mente”. Y decimos “lenguaje de la mente” o “lenguaje mental” (esta vez la palabra “mental” sin mayúsculas) y no “lenguaje del pensamiento”, pues el primero es más genérico que el segundo, pues cubre los aspectos de estado o representacional (memoria) y los de proceso (o computacionales).


Características de MENTAL, como modelo de la mente

Bibliografía